Hoy me confesó que nos echa de menos. Pude apreciar, su voz
temblorosa e insegura, temblando al elegir las palabras para que sonaran
adecuadas, cómo no sabía cómo expresar cuánto nos necesita. Estaba paralizada,
totalmente bloqueada temerosa de que descubriéramos que le necesitamos tanto
como ella a nosotros. No va a volver. Puede que el teléfono vuelva a sonar como
lo hizo esa vez, con la misma melodía e incluso a la misma hora, pero el minuto
anterior a la llamada, el suspiro anterior, la caricia contra la almohada y su
pelo alborotado, no volverán aunque haya mil cosas que parezcan que lo traen de
vuelta.
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- Clara Muñoz
- A veces hay que abrirse y enseñar el alma.
jueves, 5 de diciembre de 2013
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