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A veces hay que abrirse y enseñar el alma.

jueves, 25 de abril de 2013




Como el sonido del agua cuando baja el torrente de una cascada y desemboca en el lago, para él, la constante caída era ella, se veía capaz de fijar la vista durante horas y horas,se perdía en los ojos verdes oscuros, más convencido que nunca de la frase "Tío, es que es ella" ,veía todo al final de sus palabras, pero le costaba entender sus frases. Se moría por sus miradas cuando ella las regalaba a cualquiera, dormir pensando en sus besos era todo lo que pedía, sin saber que a esas horas, esos besos estaban siendo malgastado. Tenía sed de horas, para él eso era relativo. Podía afirmar que había ese amor, de dar todo, de pasar noches en vela viendo como dormía, contando cada suspiro durante el resto de su vida, sin embargo, ella no creía nunca haber sentido esas mariposas de las que hay tantos textos escritos. Había demasiada experiencia y amor frente a un espíritu libre, podía ser algo así, podían ser eso, simplemente opuestos destinados a mantener las discusiones de como vivir o no. Se podía llamar espina que siempre estuvo allí, se podía llamar ceguera o incluso amor. 


Pero ni ella era tan mala ni él tan maravilloso,en él había esperanza, en ella, desgraciadamente nada. El tiempo pone las cosas en su lugar pero ¿quien dice cual es?

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