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A veces hay que abrirse y enseñar el alma.

lunes, 5 de mayo de 2014

No sería una cualidad  curricular, ni si quiera de las de redacción de colegio, puede incluso que ni su familia la conociera, pero creedme cuando os digo que te desbocaba totalmente.
 ¿No habéis odiado?
 Como esos bombones de chocolate y licor de los que se tiene la certeza de que no están buenos y aun así atraen. Su sonrisa era el licor, sus ojos el chocolate agrio, que harta y desenfrena. Y así poco a poco consumía y mataba, te hacía querer sin pensar y pensar sin querer en que era ella y no otra. No hacía falta demasiado para perder la razón, para que todos tus ideales se rompieran desmesuradamente sin barreras, se cayeran los cimientos, condenas, modales y armaduras. Era como volver a nacer, revivir de lo que hasta entonces habías llamado vida y no mirar atrás.  Escupir fuego y beber , era mi delirio y del todos vosotros que aún no lo sabéis.

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